Los Nahua

Los Nahua

El antropólogo Wigberto Rivero Pinto asegura -yo reporté su existencia en la frontera entre Bolivia y Perú hace algo más de 10 años, pero nunca se tuvo más información de ellos. Este grupo étnico nunca ha sido contactado de manera oficial en Bolivia”.

Probablemente se trata de un grupo de indígenas itinerantes que se desplazan por la frontera entre los dos países. No se sabe cuántos son ni el área exacta donde se asientan. Es muy probable que los Nahua de Bolivia hayan sido exterminados o se hayan asentado definitivamente en el Parque Manu en Perú, donde está la mayor parte de la población de este grupo étnico, también llamado Yora.

Según los informes del Centro Cultural José Pío Aza, del Perú, los pocos sobrevivientes de este grupo quizá se encuentren en los ríos Mapuya e Inuya. Los antecedentes dan cuenta de que se caracterizan por su extrema belicosidad.

El estudioso cuenta que “vivían desnudos y pintados, en grupos de varias familias para asegurar una mínima potencia ante eventuales agresores. Sus casas eran hechas de cañas y hojas de palmera, provisionales y fáciles de construir y abandonar”.

Su vida, como la de todo grupo selvícola, se basa en la caza y la pesca, aunque ocasionalmente cultivaban yuca, plátano y maíz.

“Los nahuas son locuaces y gustan de usar mucha mímica en sus expresiones para dar mayor fuerza a sus ideas. En sus ausencias o cambios de zona de residencia, se comunican por signos, como hojas de palmera cuya distribución u orientación en el suelo, en las puertas de su casa o en las playas, encierran mensajes para sus congéneres”.

El experto comenta que siempre duermen alrededor del fuego y que comen todos alrededor de la olla común. “Sus cantos son monótonos y salmodiados, más bien tristes, y gustan de curiosas danzas”.

Originalmente, su sociedad era patriarcal. Los varones, durante el día, vivían en la “casa de los hombres”, pero por la noche, si estaban casa dos, se retiraban a cohabitar con su esposa, quien estaba totalmente sometida a sus decisiones y le servía para engendrar hijos y cuidar del hogar y la alimentación.

Los personajes más destacados y respeta-dos de su sociedad eran los bari, quienes dictaminaban si el enfermo iba o no a morir, y según eso se decidía si seguir o no cuidándolo.

Datos

Habitantes: INE (2001): no se toma en cuenta como pueblo indígena) Censo Conniob (Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia) (2004): 15

Grupo étnico: Nahua

Los Nahua

Contenidos Relacionados

Cuenta Teobaldo Noé sobre sus ancestros: “La historia dice que nosotros estábamos en cuatro departamentos: La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y una parte del Beni. En ese tiempo nuestros antepasados eran bastante ingenuos y humildes. Vivíamos como nómadas, de un lado a otro, porque el territorio era muy grande y muy rico a la vez”.

Los yuracaré andan siempre en busca de la Loma Santa, la tierra sin mal que, según su mitología, Dios les tiene predestinada para que se acaben las injusticias.

Hasta inicios del siglo pasado, fue común entre los yuquis un sistema de estratificación social de amos y esclavos, o por herencia u orfandad. Pero luego de la influencia de los evangelizadores se conformó la típica familia nuclear (de fuertes lazos entre parientes directos) de pareja monogámica.

La organización social de los yaminahua tiene como pilar la familia extensa, es decir, con lazos medianos y lejanos de parentesco; actualmente debido a su sedentarización se funda en la familia nuclear, donde están sólo los parientes inmediatos, siendo el padre el jefe.

Según cuenta el antropólogo Milton Eyzaguirre, investigador del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), “en esta etnia, una mujer puede decidir la separación de su pareja e inmediatamente puede elegir a otro hombre del mismo grupo. Es la mujer la que dispone de las relaciones de matrimonio”.

La explotación de los hidrocarburos afectó enormemente a los weenhayek, etnia asentada en tierras tarijeñas, no sólo porque su población sufrió una merma debido al impacto en el medio ambiente, sino porque la presencia de las transnacionales está carcomiendo las raíces de identidad de este pueblo que siempre se consideró superior a las demás culturas del Chaco.

Los pueblos chipaya, murato e hiruito, todos asentados en el territorio de Oruro, a orillas de los lagos Uru Uru y Poopó, están encasillados como un solo grupo étnico. Su trascendencia siempre fue muy escasa a raíz del dominio expansivo aymara que perduró durante todo el tiempo de la Colonia.

Los toromona son un grupo indígena que se asentó desde hace cientos de años en el departamento de Pando, entre los ríos Madre de Dios, Toromona y Arroyo Asunta. “En la década de los 80 ya eran pocas las familias sobrevivientes que recorrían la selva amenazados por petroleros, madereros y caucheros. Nunca se tuvo contacto formal y actualmente se teme que estén al borde de quedar exterminados”, asegura el antropólogo Wigberto Rivero.

El antropólogo Álvaro Diez Astete, autor del libro Pueblos indígenas y tierras bajas, reconoce que “no existe una información precisa sobre la etnohistoria de los tapieté, porque con el paso de los años se ha subsumido en la historia del pueblo guaraní, por lo que muchas veces son considerados como una parcialidad más de esa macroetnia”.

Las referencias más antiguas sobre esta comunidad asentada en los territorios de Santa Cruz y Tarija se encuentran en documentos y censos de principios del siglo XX.