Guarasugwe Pauserna

Guarasugwe Pauserna

“Se trata de una etnia destinada a desaparecer”, sostiene el estudioso Milton Eyzaguirre. “Existe la obra de un antropólogo alemán, luergen Riester, quien hizo una crónica en los años 80 acerca de los últimos días de esta etnia. En ella se hace referencia a cómo el pueblo está desapareciendo irremediablemente”.

El duro y triste destino que lo puso siempre entre la espada y la pared, acosado por el avance de la civilización occidental en su territorio, hizo del pueblo pauserna débil y sometido.

El también antropólogo Wigberto Rivero Pinto comenta que hace aproximadamente unos 20 años las mujeres pusieron en práctica un secreto y antiquísimo sistema de control de natalidad. “Ya no querían dar a luz por dos razones contradictorias pero a la vez terribles y reveladoras de su dura realidad y experiencia: temían que la inminente extinción de su cultura llegara precisamente cortando la existencia de sus retoños”.

Por otro lado, ninguna madre está dispuesta a entregar a sus hijos a una vida de esclavitud y sojuzgamiento. Los mitos de los pauserna se basan en la adoración de Yaneramai, que es su mayor divinidad y a la que atribuyen la facultad de disponer a su antojo, de manera definitiva, del destino de los humanos.

La recopilación de datos que hace el antropólogo losé Teijeiro menciona que el grupo estuvo firmemente aferrado a su cosmovisión hasta bien entrado el siglo XX.

“Yaneramai es su suprema deidad, y en los mitos que se conservan gracias a los ancianos y narradores orales, y que hacen referencia al origen del mundo, del hombre, aparece siempre este ídolo como puntal del inicio de la vida”. “Él creó la Tierra y le dio equilibrio y luego creó a los hombres, partiendo la semilla del zapallo. Luego creó las plantas, los animales y los ríos”, reza el credo elemental de la nación.

También creen que el chamán (brujo, jerarca religioso y social) es el único intermediario entre lo sobrenatural de las divinidades del cielo y de la selva, el hombre y todo lo terrestre.

Una buena noticia acerca de los guarasugwe pauserna es que están a punto de ser dotados de tierras comunitarias de origen (TCO), en la región pandina de Alto Paraguá, donde conviven con pueblos chiquitanos y guarayos.

“Hay pueblos que han tomado la decisión de no vivir junto a los blancos ni en la civilización. Y, como es inevitable, asumieron la drástica determinación de no reproducirse”, explica luergen Riester sobre el caso específico de los guarasugwe, etnia a la que estudió en los 60. “Es un suicidio colectivo cultural”.

Datos

Habitantes: Sólo quedan 31 habitantes, según datos recogidos en el Censo de 2004 de la Confederación Nacional de Nacionalidades Indígenas Originarias de Bolivia (Conniob).

Ecorregión: Amazónica.

Departamentos: Santa Cruz y Beni.

Provincias: Ñuflo de Chávez e Iténez.

Municipios: Concepción y Magdalena.

Comunidad: Bajo Paraguá.

Idioma: Tupi guaraní.

Actividad Principal: Caza, pesca, recolección y agricultura.

Productos: Animales de monte, pescados y frutos silvestres.

Vías de acceso: Terrestre: a los municipios de Magdalena y Puerto Siles se puede acceder por carretera. Fluvial: se puede acceder por ríos desde Puerto Siles y Magdalena.

Guarasugwe Pauserna

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Cuenta Teobaldo Noé sobre sus ancestros: “La historia dice que nosotros estábamos en cuatro departamentos: La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y una parte del Beni. En ese tiempo nuestros antepasados eran bastante ingenuos y humildes. Vivíamos como nómadas, de un lado a otro, porque el territorio era muy grande y muy rico a la vez”.

Los yuracaré andan siempre en busca de la Loma Santa, la tierra sin mal que, según su mitología, Dios les tiene predestinada para que se acaben las injusticias.

Hasta inicios del siglo pasado, fue común entre los yuquis un sistema de estratificación social de amos y esclavos, o por herencia u orfandad. Pero luego de la influencia de los evangelizadores se conformó la típica familia nuclear (de fuertes lazos entre parientes directos) de pareja monogámica.

La organización social de los yaminahua tiene como pilar la familia extensa, es decir, con lazos medianos y lejanos de parentesco; actualmente debido a su sedentarización se funda en la familia nuclear, donde están sólo los parientes inmediatos, siendo el padre el jefe.

Según cuenta el antropólogo Milton Eyzaguirre, investigador del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), “en esta etnia, una mujer puede decidir la separación de su pareja e inmediatamente puede elegir a otro hombre del mismo grupo. Es la mujer la que dispone de las relaciones de matrimonio”.

La explotación de los hidrocarburos afectó enormemente a los weenhayek, etnia asentada en tierras tarijeñas, no sólo porque su población sufrió una merma debido al impacto en el medio ambiente, sino porque la presencia de las transnacionales está carcomiendo las raíces de identidad de este pueblo que siempre se consideró superior a las demás culturas del Chaco.

Los pueblos chipaya, murato e hiruito, todos asentados en el territorio de Oruro, a orillas de los lagos Uru Uru y Poopó, están encasillados como un solo grupo étnico. Su trascendencia siempre fue muy escasa a raíz del dominio expansivo aymara que perduró durante todo el tiempo de la Colonia.

Los toromona son un grupo indígena que se asentó desde hace cientos de años en el departamento de Pando, entre los ríos Madre de Dios, Toromona y Arroyo Asunta. “En la década de los 80 ya eran pocas las familias sobrevivientes que recorrían la selva amenazados por petroleros, madereros y caucheros. Nunca se tuvo contacto formal y actualmente se teme que estén al borde de quedar exterminados”, asegura el antropólogo Wigberto Rivero.

El antropólogo Álvaro Diez Astete, autor del libro Pueblos indígenas y tierras bajas, reconoce que “no existe una información precisa sobre la etnohistoria de los tapieté, porque con el paso de los años se ha subsumido en la historia del pueblo guaraní, por lo que muchas veces son considerados como una parcialidad más de esa macroetnia”.

Las referencias más antiguas sobre esta comunidad asentada en los territorios de Santa Cruz y Tarija se encuentran en documentos y censos de principios del siglo XX.