Música Popular

Para enfocar el tema “La música popular en Bolivia”, con su variado intercambio latinoamericano y con caudal de conocimientos técnicos y críticos, habrá que estudiar, ordenar y magnificar su valiosa tradición en todas sus manifestaciones públicas y privadas, la sensibilidad colectiva y el orden de las sociedades andinas, de su moral y de sus costumbres, en la que se encierran todas las virtudes creativas de una vida intelectual y firme amor a la música de la tierra.

Casi todos los países latinoamericanos, dentro de su territorio, tienen varias culturas musicales: La Indígena, la afroamericana, la folklórica y la popular. Para que el compositor hable con un lenguaje propio, al mismo tiempo universal, es necesario que haya estudiado y asimilado a fondo todas esas diferencias manifestaciones. De este modo, los contrastes existentes en las expresiones afroamericanas por ejemplo, dentro de un mismo país, su comparación con la de sus vecinos y aún con las del resto de América, solo lo da el estudio sistemático de la Etnomusicología, y de la Fenomenología.

Para conocer el grado en que las influencias étnicas han contribuido a modelar un estilo musical es imprescindible la recolección in situ y posterior estudio y análisis fenomenológico de esas músicas, para dejar bien establecido lo auténtico y expresar sus ideas con la técnica más apropiada.

La música popular está compuesta por dos géneros de material musical: La música culta popularesca (En otros términos, la música popular ciudadana) y la música popular de las aldeas (la música campesina).

La música popular ciudadana o música culta popularesca, es aquellas de melodías de estructura simple, compuestas y difundidas por autores dilatantes pertenecientes la clase burguesa. Esas melodías no son conocidas por la clase campesina o a lo sumo, han penetrado en ella relativamente tarde y siempre a través de la mediación de la burguesía. Generalmente son llamadas canciones aristocráticas o cultas.

La música popular debe considerarse como música campesina, en sentido lato; a todas aquellas melodías que están difundidas o que han estado propagadas en la clase campesina de un país, y que constituyen expresiones instintivas de la sensibilidad musical de los campesinos.

La música campesina en sentido estricto no es en el fondo otra cosa que el producto de una elaboración cumplida por un instinto que actúa inconscientemente en los individuos no influidos por la cultura ciudadana. Por ello, estas melodías alcanzan la más alta perfección artística, porque son verdaderos ejemplos de la posibilidad de expresar una idea musical con la mayor perfección, en la forma más sintética y por medios más modernos.

En otros términos, la música campesina consiste en una masa de melodías de carácter y de estructura iguales.

La música popular alcanza importancia artística sólo cuando por obra de un gran talento creador consigue penetrar en alta música culta y, por lo tanto, influir sobre ella, es decir contra la falta de talento, para nada sirve apoyarse en la música popular o en otras cosas el resultado en uno u otro caso, seria siempre el mismo: Nada.

En estos pueblos la música popular ha sido absorbida por la música culta y un músico alemán puede encontrar en Bach o en Beethoven lo que nosotros, por ahora solo podemos buscar en nuestros pueblos: La vida orgánica de una tradición nacional.

Hay que distinguir la verdadera música popular de la música popularizada o populachera. La primera es un producto espontáneo del pueblo adaptado por la selección de formas y la expresión típica del carácter étnico, la segunda la semipopular, es generalmente el resultado de la creación de la popularización de cantos cuyos autores son músicos profesionales. El trabajo de recopilación es muy importante para clasificarlos por épocas es por regiones teniendo en cuenta su carácter literario, formas armónicas, rítmicas y tonales, pensando en la posteridad en una música nacionalizada que no sea la yuxtaposición arbitraria de los cantos indígenas a las formas tradicionales de otras nacionalidades.

El Musicólogo Argentino Carlos Vega, en su estudio sobre la música popular, canciones y danzas nativas afirma: “Desde hace mas de cien años se viene diciendo que toda nuestra música popular, fue una simple deducción demográfica pero no musicológica; pero no se oculta que se debe a las grandes civilizaciones históricas de raíz y el aliento de su cultura, el espíritu nacional, la tradición que fue formándose de los estímulos emocionales que hallan resonancia unánime en la sensibilidad popular del pasado que caracterizan su espíritu y definen su sabia ingente, y no todas nuestras especies llegaron de afuera ni los que arraigaron pudieron conservar su fisonomía original”.

El lenguaje hablado y el lenguaje cantado son formas específicas del genio, porque es el resultado de una selección que permite la persistencia de las formas que expresan los sentimientos de un pueblo.

La Música Popular Boliviana

Desde luego, lo que aquí expongo brevemente para desarrollar mejor y según las particularidades de la Colonia, el problema de la mecanización musical, se ha podido observar que, el mestizo de la Colonia, principal agente de la formación de una canción popular con elementos de nuestra propia música, fue transfigurando la canción popular española dándole un carácter más común, elaborando otras que interpretaban automáticamente sus sentimientos y que comenzaron a mezclar versos en castellano con versos en quechua o aymara. De todo ello resalta evidente que el mestizo y el criollo fueron adquiriendo cada vez más un sentido de lo Nacional y de lo propio convirtiéndose en los precursores de la Independencia social y política, cambiaron, modificaron la canción foránea y finalmente la desplazaron reemplazando por la propia, así se fisonomizaron en el campo musical, en el ámbito político, fáciles de comprender si se parte del principio de inevitables e incontenibles transformaciones.

Después de la Colonia o sea en el siglo XVIII, se vio claramente la proliferación con la percepción y el sentimiento; unas ironizaban el régimen censurando la actitud de los poderosos, sutilizando su necesidad de libertad, canciones que podríamos calificar de políticas y que posteriormente desaparecieron por el nuevo régimen como todas las canciones de ese estilo. En cambio las emotivas se conservaron a través del amor romántico, lírico, sentimental. Pero, nuestro ambiente físico natural las hizo optimistas y como consecuencia, llenas de ingenio hasta llegar a la ironía y el humorismo, para embeberse de la inspiración que le brindaba ampliamente la generosa naturaleza agitándose en las vibraciones musicales.

Hay pueblos en Bolivia, que poseen una gran homogeneidad étnica y en tradición secular común a todos los pueblos que forman el antiguo Imperio de los Incas, fácilmente nacionalizable de la América Latina. Posee un tesoro inagotable en su folklore Incaico, sirviendo de base a la formación de tipos nacionales, aprovechando de una realidad que es actual, porque la persistencia de los caracteres psicológicos de la raza ha permitido conservarla en toda su pureza. El prototipo boliviano canta las glorias del Imperio rindiendo homenaje al Sol, lloran la muerte al Inca y se conduelen de la pérdida de su raza, con las mismas costumbres, constituyendo la herencia más preciosa de esos pueblos.

Es necesario distinguir en la música popular boliviana dos elementos dispares: Una literatura risueña y optimista con una música doliente, pero de una ambivalencia coherente, porque se canta con voz y música emocionadas; en una actúa lo consciente, y en la otra lo subconsciente, por que adquiere vehemencia sentimental para hacer más expresiva.

La música popular boliviana tiene un gran valor y una extraordinaria importancia por su increíble poder de conservación: Mantiene viva hasta nuestros días toda suerte de antiguas tradiciones musicales con su propio estilo musical antiguo; ellas se dividen en los siguientes grupos:

— Las melodías de los cantos propiamente dichos, es decir no ligados a ocasión alguna.
— Los cantos para danzas
— Cantos nupciales
— Cantos de cosecha
— Cantos de riegos
— Cantos de siembra.

Según sus cualidades estructurales se agrupan principalmente en las clases de melodías antiguas y recientes.

La música popular, una vez concluido el Coloniaje, pasó durante la república al pueblo definido por la mayoría capa artesanal. Esa canción no había penetrado a los estratos sociales superiores hasta muy avanzado del siglo XX, por que sus creadores y sus intérpretes eran auténticamente del pueblo, con tradicional sentido musical que estaba impregnado en nuestro ancestro.

La música popular y la canción en Bolivia son inconfundibles y no tiene similitud, y nuestro espíritu que se ha formado en ella dando lugar a un modo de ser inconfundible, haciéndose los elementos activos en el proceso de la aculturación.

Por eso no se puede discutir que, tal vez los soldados tuvieron mucha participación en la creación anónima de la música popular y las canciones: Inspirados en las cuecas, en los bailecitos, en los khaluyus y mecapaqueñas, en los huayños, interpretados por las bandas de caballería, sobre todo el Siglo XIX, constituya una fuente de inspiración histórica y social: lo reduzca a coplas y las cante en sus diversiones, por constituirse en su mayoría casi absoluta de artesanos de las ciudades, cuya resonancia espiritual y emotiva todos comprendemos.

Resumiendo estos conceptos: La música popular boliviana es una de las tantas y ricas expresiones de la cultura de nuestro país, y es un recurso comprendido en la Antropología Cultural, lo que obliga a mantenerla, defenderla que las influencias de la moda y de lo alienígena para que no pierda su valor de autenticidad, por lo que debe ser tema imperativo en la educación como método para integrar, armonizar y fortalecer el alma nacional.

La canción más popular y generalizada parece haber sido el “Yaraví” con un vasto y hondo contenido psicológico que comprende todas las gamas de la sentimentalidad aborigen.

El huayño indígena es el modelo de todas las danzas en su función mixta de baile y canción. El bailecito en una atrevida hipótesis, puede tener su origen en el “Arawi”; la Colonia le dio su arcaísmo hispano, pero se bailaba casi como ahora desde el siglo XVIII; es Danza de pañuelo y simula un diálogo de amor con sus figuras moderadas y románticas, en tanto que su canción es lírica, nostálgica, por lo mismo conmovedoramente sentimental. La “Kashua”, que era una coreografía ágil acentuada en los píes, tenía en sus canciones sentido irónico y se cree que de allí derivó la cueca mestizada, como el zapateado andaluz.

La cueca a pesar de su zapateado y del sincopado de la “Quimba” es la que modula en canción cuando esta se hace más expresiva. La cueca es una creación popular, encierra una ansiedad, un reclamo amoroso, una nostalgia, la fatal despedida, la broma y hasta la verdad histórica, hábilmente estructurados por músicos y artistas con conocimientos técnicos en toda la extensión de la palabra. La cueca se ha cobijado como no podría ser de otra manera en el alma del pueblo. La cueca es hoy parte de nuestra nacionalidad, definitivamente adoptada en los salones aristocráticos donde su movido ritmo despierta el entusiasmo de los bailarines.

El Khaluyu.- Es una de las formas que han supervivido e influenciado la actual música boliviana, aunque, según las regiones adquiere diferencias apreciables; El Khaluyu Vallegrandino es distinto del que se practica en las parcialidades andinas, alejadas de los centros urbanos.

El Carnaval.- Fue una fiesta de carácter agrícola, vinculada con los cambios de la naturaleza, o estaciones, corno puede comprenderse en el calendario indígena, correspondía a la época de la siembra entre los meses de agosto y septiembre (solsticio de primavera).

En la actualidad la música popular ha adquirido imagen de nacionalidad, en la que se encierra todas las virtudes creativas y sensitivas de una raza y que tiene el misterio donde irradiar aún al exterior del país y perpetrar a través del tiempo el alma colectiva de la sociedad.

Esta identidad nacional ha generado la necesidad de contar con instituciones de formación de profesionales músicos en el género popular y folklórico. En la ciudad de La Paz, está la Escuela Nacional de Folklore “Mauro Nuñez Cáceres” dependiente del Viceministerio de Cultura. Fundado el 24 de Julio de 1970, tiene como principal objetivo difundir y fomentar el conocimiento sistematizado del folklore Nacional y Latinoamericano. En los 32 años de vida, ha formado un centenar de profesionales, auténticos creadores de bellas composiciones populares actuales que sirve de base para la formación de profesionales proyectando constituirse en el centro Latinoamericano de formación en la investigación y difusión del folklore Latinoamericano, con el apoyo financiero de organismos internacionales.

Como actividad de aplicación la escuela ha organizado un elenco de Cámara constituyendo la Orquesta Folklórica con instrumentos Nativos que ha realizado una serie de presentaciones públicas, interpretando música nacional y de compositores también nacionales, con obras grandes y pequeñas que dan muchas satisfacciones.

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