La viuda negra de Sucre

La leyenda de la viuda negra que a través del tiempo se ha venido tejiendo entre los habitantes de este hermoso valle de Chuquisaca, cobra forma al brotar de los labios de cualquier sencillo narrador.

Dicen que se trata de una mujer insatisfecha, perversa y sin escrúpulo que por las noches, oscuras vestida de negro sale por las solitarias calles en busca de un amante descarriado.

En una taberna de Munaypata, el ambiente está propicio; en una mesa cinco amigos, comparten alegremente, los vasos de aguardiente van y vienen por doquier, los ánimos están caldeados, en eso uno de ellos se levanta, alza la copa y a tiempo de brindar despierta el interés y atención de los demás para relatarles su experiencia del encuentro que tuvo con la viuda negra.

"Como verán, amigos, en esta vida todos hemos tenido aventuras; las mías han sido muchas y divertidas. Para qué lo voy a negar, yo he sido muy mujeriego y casualmente por eso es que me han pasado tantas vainas, pero algo le queda a uno de experiencia para cuando llega a viejo".

Una noche, después de una inusual jarana, me venía caminando muy cerca de los rieles del tren encontrándome cerca a la estación no sé qué me dio mirar para atrás y vi en un sector de la recoleta que resplandecía una luz muy brillante. Muy intrigado y curioso, con todo sigilo me acerqué a ella y escuche voces y risas que venían de dentro de la luz distinguiendo una figura de mujer en actitud de espera que emergían de la nada, puse la mano sobre la frente a modo de pantalla y escudriñé las sombras. A los pocos segundos de estar en esa posición mis ojos se fueron acostumbrando a la intensidad de esta luz y pude distinguir a la figura que antes me fuera imprecisa. Se trataba de una mujer muy hermosa, envuelta en manto negro que bailaba y cantaba sobre él en medio, pero apenas alcance a oír las últimas palabras de la canción, cuando ella pronuncio mi nombre....

Al escucharla sentí miedo; todo mi cuerpo se me escarapeló, la cabeza se me puso grande, se me aflojaron las piernas y mi hombría cayó por los suelos.

"Pero, estaba emperrechinado y cuando a un hombre le da la calentura, se pone como un perro y no hay cuerda que le aguante. En otra ocasión habría seguido mi camino.

"Al verla, sentí que mi corazón se salía de su lugar, era... era... tan bella, tan hermosa que quedé prendado de su singular belleza. Me acerqué, al saludarla la tomé de la mano y sentí un frío intenso, pero en la exaltación en que me encontraba no sentí nada. Caminamos en silencio, sin decirnos una sola palabra.

Pero esto no duró mucho tiempo, por cuanto una extraña somnolencia se apoderó de mí, y pudo más que mi voluntad.

Al amanecer del otro día, desperté en un basural vecino colindante a la estación del tren, tenía el rostro y el cuerpo arañado y mi ropa estaba descosida y desabrochada. Unos vecinos de esta populosa zona fueron los que me recogieron, dicen que estaba tendido en la mitad del botadero

Luego de la experiencia de esa noche, me prometí no volver a salir más... no piensen que era por miedo, ¡no qué va!, sino porque ella, la viuda negra, aún me espera, porque sabe mi nombre...

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