Periodo prehispánico en Bolivia

Para comprender el desarrollo del período prehispánico en Bolivia debemos considera dos zonas: la altiplanicie, situada entre los dos brazos de la cordillera, y las tierras bajas.  El primer sector, que abarca el occidente de lo que hoy es Bolivia, se halla relacionado con las culturas de la sierra en el Perú, y las de la costa, Más el norte de Chile.  Existe una secuencia que culmina con la aparición de Tihuanaco, la formación de los señoríos aimaras y la dominación incaica.  Las tierra bajas tienen un desarrollo diferente, el que puede ejemplificarse con los extensos conjuntos arqueológicos en el Beni; y también con las culturas de Santa Cruz, como El Palmar, pero en un momento dado, los pueblos del oriente contactan con los incas a raíz de la invasión guaraní, cuando ya el Imperio Incaico había avanzado hasta las últimas estribaciones de la cordillera.

Los valles centrales muestran un desarrollo cultura muy antiguo, desde la llamada cultura “Sauces”, pasando por los estilos Tupuraya y Mojocoya, hasta los Yamparas.  Estas culturas se desarrollan principalmente en los departamentos de Chuquisaca y Cochabamba.

Simultáneamente a estas tres líneas de desarrollo hay pueblos marginales que mantienen un estadio cultural que no acusa cambios, como ocurre con los Urus que mantienen su carácter de pescadores, o los Choquelas que son grupos cazadores mentados por varios de los cronistas, y finalmente, están los Moyos que eran recolectores.

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Vivía aún en Inca Viracocha cuando empezó a reinar en el Cuzco su hijo Pachacuti, que había adquirido gran fama por haber conquistado para los incas muchas comarcas sometiendo a varios pueblos, entre ellos a los chancas.

Desaparecido el Imperio Tiwanaku, la región del altiplano quedó fragmentada en varias etnias que se dividían en dos “mitades” antagónicas y complementarias situadas al oeste y al este del altiplano, llamadas Urcoduyo y Omasuyo. En el sector accidental (Urcusuyo) denominaron los pastores y en el sector oriental (Omasuyo) los agricultores y pescadores.

Para una buena parte de los cronistas y para muchos investigadores modernos, Viracocha es el dios creador andino que toma el lugar de otro, mucho más antiguo de nombre Tunupa. Cieza de León dice. “Generalmente le nombraron en la mayor parte Ticci Viracocha aunque en la provincia del Collao le llaman Taguapaca que es el otro nombre de Tunupa a quien Bertonio considera dios de los hombres que habitan a orillas del lago Titicaca”.

A tiempo que se construye la ciudad aparece una cerámica típicamente Tiwanakota consistente en keros finamente pulimentados, pintados con figuras estilizadas sujetas a una estructura geométrica; los ojos de las figuras tienen una línea vertical que divide en dos negro y blanco la niña del ojo. Los colores son rojo, ocre, negro y blanco sobre fondo castaño.

Hoy sabemos que uno de los factores determinantes del colapso de Tiwanaku fueron los cambios climáticos. Hacia el año 950 de nuestra era el régimen de lluvias comenzó a decrecer, llegándose a producir una larga e intensa sequía entre 1250 y 1310 d.C. Este hecho trajo como consecuencia la total escasez de cosechas y la desaparición de los campos de cultivo, incluidos los suka-kollus.

En el siglo VIII de nuestra era, Tiwanaku se expande políticamente sobre la base de los enclaves preexistentes, tanto en la costa como en los valles mesotermos; así mismo extiende su poderío sobre el altiplano y la sierra. Esta expansión fue posible gracias al dominio del bronce que le permitió una gran superioridad militar.

Simultáneamente a Tiwanaku aparecen otras ciudades, como Konko Wankane a 17 Kms. de Jesús de Machaca en el departamento de La Paz. Allí se han iniciado las excavaciones y en su parte visible presenta pilares evidenciando muros. Hay en este conjunto tres monolitos similares a la “Estela Barbado” del Templete Semisubterráneo, los cuales, estilísticamente, están relacionados con la tradición “Yaya-Mama" o Pajano.