El gobierno de Gutiérrez Guerra vivió en la zozobra permanente.
El nacimiento de un movimiento obrero y sindical en el país fue producto del paso de un sistema de producción pre capitalista al desarrollo y modernización de la industria, particularmente minera, coincidente con el advenimiento liberal. A pesar de ese cambio Bolivia nunca contó con un proletariado significativo, pues no pudo desarrollar una industria importante como lo que tuvieron algunas otras naciones sudamericanas.
En las primera décadas del siglo, además de los niveles de sobreexplotación de aimaras y quechuas, se debe considerar las condiciones de los obreros de la siringa en el norte gomero y esencialmente el núcleo cada vez mayor de trabajadores de las minas. Otro sector importante era el de trabajadores ferroviarios, gráficos y artesanos de diversa especialidad a nivel urbano.
Del mutualismo del siglo XIX, el país pasa a asociaciones gremiales y específicamente obreras. Al principio estas agrupaciones estaban vinculadas con las ideas liberales o radicales (el sector disidente del liberalismo más avanzado en esos años), en tanto el partido liberal representó en muchos sentidos ideas de vanguardia en comparación al conservadurismo que le precedió. Baste decir que en 1917 Gutiérrez Guerra habló sin mucho eufemismo de la necesidad de nacionalizar las riquezas mineras del país.
Las ideas socialistas y anarquistas llegaron sobre todo de Chile y Argentina y dieron lugar a la creación de organizaciones y pequeños partidos de ideología socialista o socializante. Es el caso del partido socialista creado en 1914 de escasa influencia. El punto de partida de estas estructuras de trabajadores se da en 1905 con la creación de la Unión Gráfica Nacional y tiene su momento más importante del período en 1912, cuando se crea la Federación Obrera Internacional. En 1913 se crea la Sociedad Mutualista Ferroviaria, antecedente de uno de lo; sindicatos más importantes del futuro. Apellidos como Chumacero, Recabarren o Salvatierra tienen mucho que ver con el nacimiento de estas organizaciones y el progreso de las ideas marxistas en el país.
Las reivindicaciones de la época tenían que ver con la jornada de ocho horas, el descanso dominical, el trabajo de niños y el soporte de jubilación que los liberales reconocieron en algunos trabajos.