Gobierno de Santa Cruz (1829-1839)

El mariscal Santa Cruz ocupaba la presidencia del Perú en 1828, mientras en Bolivia se efectuaba la asamblea en la cual se presentaron incidentes y serios trastornos después de la salida de Sucre. La situación era tan grave que el general José Miguel de Velasco, que ocupaba la presidencia de la República, decidió declarar por decreto la disolución de la asamblea, llamando al mariscal Santa Cruz como Presidente provisorio designado por el Congreso Constituyente y “deseado por todos los bolivianos”. El héroe de Zepita regresó al país vía Arequipa y Puno. A su paso fundó una logia que tenía por objeto la unión de Perú y Bolivia, idea acariciada por Santa Cruz desde hacia tiempo. La logia se denominó “Titicaca” y él fue elegido Gran Maestro bajo el nombre simbólico de “Arístides”.

Llegó a La Paz el 19 de mayo de 1829 donde fue recibido y aclamado por el pueblo como el salvador de la patria. El día 24 del mismo mes juró solemnemente al cargo ante el prefecto de La Paz. El problema que se le presentó inmediatamente fue la reorganización de un país seriamente afectado por el desgobierno producido por la salida del Mariscal Sucre y por la invasión del General Gamarra desde el Perú, más el desastre económico producido por los pagos al Ejército Libertador.

El país se presentaba como un gran territorio de más de dos millones y medio de kilómetros cuadrados, apenas ocupados por un millón de habitantes de los cuales cerca de 750.000 eran quechuas y aimaras. El déficit del erario era de cuatro millones de pesos. La no aceptación de un ejército extranjero pagado por Bolivia, las ambiciones de algunos caudillos, el grave problema que significó la invasión peruana, el trágico fin del Presidente Blanco y los inútiles esfuerzos del general Velasco ponían en serio riesgo la suerte del país.

Santa Cruz que traía en su portafolio las ideas básicas de lo que sería su gobierno, puso inmediatamente manos a una obra que en muy corto tiempo transformó al país. Primero nombró a José María de Lara (español) como ministro de Hacienda y encargado de otros ministerios. José Miguel Velasco como ministro de Guerra, Casimiro Olañeta ministro de gobierno y Mariano Enrique Calvo de Relaciones Exteriores. También formó parte de su gabinete Otto Felipe Braun. El Presidente estableció un orden muy riguroso que le daba la capacidad de disolver el congreso si así lo creía necesario. A través de una nueva constitución, el Presidente podía ser reelegido por otros cuatro años a la terminación de su mandato. Impuso el catolicismo como única opción en el campo religioso y favoreció la designación de obispos, que desde el período virreinal habían tenido dificultades de permanecer en sus diócesis. Le tocó asistir a la colación canónica de monseñor José María Mendizabal, consagrado en Arequipa y posesionado el 16 de diciembre de 1829.

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El gobierno de Gutiérrez Guerra vivió en la zozobra permanente.

Los conservadores eran católicos por tradición. Quizás el más importante de ellos fue Mariano Baptista que dio muestras muy claras de su catolicismo, antes y durante su presidencia. No se puede olvidar tampoco la egregia figura de Juan de Dios Bosque (1829-1890). La confrontación estado iglesia se presentó cuando subió al poder el liberalismo. Muchos eclesiásticos del país, tanto regulares como seculares confundieron liberalismo con socialismo y otro tanto sucedió con el propio concepto de democracia, que a muchos religiosos les sonaba a anarquía.

El nacimiento de un movimiento obrero y sindical en el país fue producto del paso de un sistema de producción pre capitalista al desarrollo y modernización de la industria, particularmente minera, coincidente con el advenimiento liberal. A pesar de ese cambio Bolivia nunca contó con un proletariado significativo, pues no pudo desarrollar una industria importante como lo que tuvieron algunas otras naciones sudamericanas.

El agotamiento de los yacimientos estañíferos de Europa y la demanda de la industria norteamericana y europea que contaba con el estaño como un elemento ideal para aleaciones (hojalata, papel metálico, conservas y un largo, etc.), fueron los activadores del auge minero boliviano en el período 1900-1940.

Patiño es, sin ninguna duda, una de las figuras centrales de la historia boliviana. A su alrededor se teje buena parte del siglo XX en el país y se establece el destino de cientos de miles de bolivianos.

Durante el gobierno de Gutiérrez Guerra el efecto sobre el área rural de la ley 1880 se podía apreciar muy bien con la constatación de que el estado había concebido hasta 1919, 13,4 millones de hectáreas en los ocho departamentos y enl os tres territorios de colonias (Noroeste, Chaco y Oriente).  La recaudación de impuestos (1/2 centavo por hectarea de tierra baldía) alcanzó por este rubro 1,2 millones de Bolivianos en 1918.

Si bien Tamayo es conocido como uno de los grandes poetas de Bolivia, su compilación sobre temas pedagógicos, es ya un clásico y su actividad politica de una intensidad excepcional. Las ideas de Tamayo confontarón las de Arguedas y abrierón un gran debate en el país.